8 de abril de 2011

EL CORREDOR, por Ángeles Sánchez-Infantes Torres

“Es un ritual… Desde que te abrochas las zapatillas hasta que te enfundas la malla… todo con su método, todo con su orden… cuidando los detalles, como si en esos detalles estuviera la pócima mágica del éxito… o del fracaso…

Una camiseta que da demasiado calor, una malla demasiado estrecha, un calcetín con una arruga, una cinta mal abrochada son las claves para alcanzar el cielo o rozar el infierno… o al menos eso decimos los que corremos, excusas de principiantes y de veteranos que se retroalimentan a lo largo del tiempo, que se trasmiten de generación en generación, pero todos sabemos que son falsas.

El corredor, despojado de toda esa patraña, el corredor desnudo, sabe que solo hay tres cosas que mandan en la carrera, las piernas, el corazón y la cabeza… Son algo así como la Santísima Trinidad para los cristianos… Si una de las tres partes falla, se apaga la fe y nos estrellamos…

El corredor lo sabe pero no quiere reconocer que todo es responsabilidad suya, exclusivamente suya, por eso busca pequeños detalles a los que agarrarse para justificar un mal día, mil malos días, toda la vida de malos días… Y no quiere justificarse ante nadie, el corredor necesita justificarse consigo mismo…

Utiliza al resto de sus compañeros, de sus amigos, solamente como testigos, para que confirmen una versión que se está dando a sí mismo… Iba bien pero me abrigue demasiado, me rozaban las zapatillas, iba muy molesto… Pero ¿a quién se lo cuentas? No se lo cuentas a nadie, te estás intentando convencer a ti mismo y necesitas a unos notarios que den fe de que lo que dices es verdad… aunque tú sabes que te estás mintiendo…

El corredor vive bajo presión, una presión que se ha generado a sí mismo y que lleva como una carga sin la que ya sería incapaz de existir… Pero no solo el día de la carrera, no, cada día de entreno es una prueba… se compite contra uno mismo, contra tu propio cuerpo, contra tus propias piernas, contra tu propia cabeza… Por eso el combate es diario…

Cada vez que pones el pie sobre el asfalto es un examen… un examen que al final siempre vas a acabar suspendiendo porque siempre podrías haber sacado mejor nota… Este es un deporte de egocéntricos, que presumen de sus marcas, de sus avances, de sus mejoras, de sus métodos… pero es al mismo tiempo un deporte de insatisfechos, de los que siempre creen que pueden hacerlo mejor, que les falto “algo” para conseguir la perfección, es un deporte de intransigentes, de los que nunca consideran que han hecho suficiente, de masoquistas, porque en el dolor , en el sufrimiento está la expiación…y está la satisfacción… SUFRIR Y DISFRUTAR se unen por una línea tan delgada que el corredor es incapaz de separarla… Por eso correr es un deporte de muchos pero para muy pocos…

Quien empieza a correr por hacer algo, acaba echando partidos de futbol siete con sus colegas del trabajo, quien lo hace para perder peso acaba cambiándolo por el spinning, quien lo hace para coger forma acaba en el gimnasio… Correr es como una religión y para mantenerte fiel a ella te hace falta algo más que ganas de adelgazar o de hacer algo…

Correr, correr y correr… Correr te acompaña incluso en el descanso, porque en ese descanso, piensas, está la llave para hacerlo mejor al día siguiente, en las comidas, porque crees que en esos alimentos está el secreto de la energía, en el paseo, porque ese paseo son kilómetros a sumar a los de tu ruta diaria…

No es una afición o un deporte para el ocio, el correr te cambia y te unes a él como a una secta de la que no quieres o no puedes desprenderte… correr es vivir… porque la carrera es como la vida… está llena de momentos plácidos, de baches, de acelerones y de parones…de momentos en los que te sientes impotente y de momentos en los que te sientes el rey...

El correr te convierte en un ser autosuficiente pero al mismo tiempo dependiente… Correr es de cobardes y la frase no es tan falsa como parece…

Correr es de cobardes porque el que corre no teme a los demás pero se teme a sí mismo, teme no estar a la altura que él desea, teme defraudarse , teme no superarse… el que corre da el primer paso de un rodaje como si fuera el primer paso de su vida y cada día intenta hacerlo un poco mejor…

Rodar más fácil, vivir más fácil… no pararse a pesar del cansancio, no lamentarse a pesar del dolor, no flaquear ante una gran cuesta, no acelerarse demasiado para luego no pagar las consecuencias, a veces, intentar superarse y sufrir al lado de alguien que tiene un nivel mucho mejor que el tuyo y otras, bajar el ritmo para acompañar a un amigo que está empezando…el que quiere aprender a correr quiere realmente aprender a vivir… y por eso la marca nunca es la adecuada, siempre hay que superarla”.

Ángeles Sánchez-Infantes Torres